18 sept 2011

ADIOS EMILI


Cuelgo en esta entrada el texto que escribí para EL MUNDO-CV por la muerte del amigo y colega Emili Gisbert. Lo hago, sobre todo, porque muchas personas -amigos y familiares de Emili- me lo han pedido. Ahí queda, como recuerdo hacia un ser humano entrañable y, como todos, único, pero en su caso, aún más único. Por cierto, he seleccionado una foto que muestra a Emili tal como yo quiero conservarlo en el recuerdo: joven, seductor y sonriente.


EMILI GISBERT, PURA VIDA
No sé hacia qué lugar has encaminado tus pasos, querido Emili, pero sí sé que allí donde llegues tardarás cinco minutos en controlar el cotarro, diez en empezar a hacer preguntas impertinentes y quince en marcarte un reportaje dando cuenta de tus descubrimientos. En ese momento, habrás batido tu propio récord –hazaña complicada- en lo tocante a cabrear a unos cuantos y provocar en otros tantos instintos asesinos hacia tu persona. ¡Ojalá cuando te vean aparecer, prohíban tu entrada y te manden de vuelta a este absurdo mundo!
Para qué nos vamos a engañar, amigo Emili, a estas alturas de nuestras vidas: has sido un encanto de persona, un pedazo de tipo hecho a sí mismo. Siempre, siempre, excesivo. En todo. Tú no has vivido, querido, te has comido la vida a dentelladas, tremendo y ansioso por no perderte nada y, si era posible y se dejaban, a nadie.
Tierno, seductor y melancólico, los últimos años se han ensañado contigo. Y ni así te has rendido. Lúcido y soñador, donde no llegabas con el cuerpo alcanzabas el destino añorado con la imaginación.
En los heroicos tiempos de Diario 16-Valencia, tú eras ya un pedazo de periodista a la antigua usanza y yo una redactora que aprendía a tu lado las esencias artesanales del oficio de periodista. “Emili, no me entra”, te decía cada vez que un texto se resistía a encajar en el espacio asignado en la maqueta. Y tú, desde la otra punta de la redacción, espoleado por las risas cómplices que atendían la equívoca conversación a dos bandas, me contestabas a voces, con sorna y guasa: “Pues empuja, guapa, empuja”.
Emili, amor, sigue dando guerra. Busca entre las nubes a Jesús Casamayor y montar entre los dos algo que valga la pena: tanto talento junto no se puede desperdiciar ni en el más allá.
Tu ejemplo es la mejor herencia que nos dejas: vivir de pie, sin doblegarse, aunque vengan mal dadas. Emili Gisbert, pura vida.

1 comentario: